lunes, 18 de marzo de 2013

NO ES PETRUS, ES FRANCISCO


Capitán Kirk


Timothy Dolan, el amigo americano detrás del Papa Francisco.



El cardenal de Nueva York fue clave en la elección de Bergoglio. En EEUU lo señalan como el “nuevo hombre fuerte de la Iglesia” por la estrategia que desarrolló en el cónclave. ¿Es posible que la elección apunte a la integración latinoamericana como suponen desde el kirchnerismo?




La elección de Jorge Bergoglio como el nuevo líder de la Iglesia Católica sorprendió al mundo entero. Después de haber quedado por detrás de Joseph Ratzinger en 2005, el argentino ya no figuraba entre los “papables”. Sin embargo, puertas adentro de la Capilla Sixtina el ex arzobispo de Buenos Aires siempre estuvo bien considerado y desde la primera votación marcó el camino.



Para que Bergoglio se convierta finalmente en Francisco hubo varios factores que influyeron en la interna de los cardenales. Uno de esos puntos clave fue la disputa entre los cardenales italianos, que tienen nada menos que 28 electores sobre un total de 115. Allí, primaron las diferencias entre la Curia Romana y el arzobispo de Milán, Angelo Scola.

Quien trabajó de manera fundamental para volcar a su favor esas diferencias fue el cardenal de Nueva York, Timothy Dolan. Según la prensa italiana y estadounidense, este religioso fue la figura clave del cónclave.

El diario Corriere della Sera afirma que Dolan tejió una alianza con el cardenal no elector Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio; el secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone; y Giovanni Re, el encargado de dirigir el cónclave. El nexo entre los italianos y Dolan habría sido el cardenal Raffaele Martino, que se desempeño durante 15 años como el representante del Vaticano en la ONU, precisamente en su sede central de Nueva York.

En tanto, en Estados Unidos el diario The Wall Street Journal ubicó a Dolan en el centro de la escena. El prestigioso periódico dijo que el cardenal neoyorkino emergió del cónclave “como una estrella de rock” de la Iglesia Católica, destacó su manejo de los once representantes estadounidenses y resaltó la amplia cobertura mediática que le dieron en Italia a su participación.

Para Terrence Tilley, presidente del departamento de teología de la Fordham University de Nueva York, su inesperado ascenso “le da una fuerza notable” y lo convierte “en una persona muy influyente, en un «kingmaker» en los círculos clericales y del Vaticano”.

El corresponsal de Clarín en Roma señala a Dolan como el armador de “muy consistente lobby” para inclinar la balanza a favor de Bergoglio. Según esta versión el neoyorquino arrastró a los cardenales de América Latina, Estados Unidos, y a algunos de Europa, Asia y África a favor del argentino.

Una figura de peso en EEUU

Pese a que fue designado cardenal hace poco más de un año, Dolan ha logrado ganar peso político en su país en los últimos años. La revista Time lo incluyó el año pasado entre las 100 personas más influyentes y ha desafiado abiertamente a Barack Obama.

Ideológicamente conservador, se opone a la anticoncepción, la ordenación de las mujeres, el matrimonio homosexual y los controles de natalidades. Este último punto lo enfrentó al presidente debido a que la ley de seguro médico conocida como “Obamacare” incluye esos controles. “No violaremos nuestra conciencia”, desafió el año pasado.

No obstante su figura ascendente, Dolan fue derrotado en su terruño con la aprobación del matrimonio de personas del mismo sexo. Ahora, se enfrenta a una propuesta del gobernador Andrew Cuomo para ampliar las leyes que permiten los abortos. Pero su más grave problema son los cuestionamientos que recibió por los escándalos de abusos sexuales que enfrentó mientras dirigía la arquidiócesis de Milwaukee.

¿Una decisión política o estratégica?

Antes de conocer la influencia de este cardenal estadounidense en la votación papal, en Argentina algunos referentes del kirchnerismo hablaron de una “maniobra imperialista” para socavar el proceso de integración latinoamericana, tal como supuestamente sucedió con el papa Carol Wojtyla en el viejo bloque soviético.

El periodista oficialista Horacio Verbitsky, con llegada directa a la Casa Rosada y el principal impulsor de los ataques contra Bergoglio, afirmó que “si Pacelli (el papa Pío XII) recibió el financiamiento de la Inteligencia estadounidense para apuntalar a la democracia cristiana e impedir la victoria comunista en las primeras elecciones de la posguerra y si Wojtyla fue el ariete que abrió el primer hueco en el muro europeo, el papa argentino podrá cumplir el mismo rol en escala latinoamericana”.

“Francisco es a América Latina lo que Juan Pablo II fue a la Unión Soviética. EL NUEVO INTENTO DEL IMPERIO POR DESTRUIR LA UNIDAD SURAMERICANA”, escribió en la red social Twitter el dirigente Luis D’Elía, siempre listo para sumarse a las teorías conspirativas.

Sin embargo, esta visión no es vista del mismo modo en América Latina, donde la elección de Francisco fue tan o más celebrada que en la Argentina. En tanto, para quienes conocen en detalle la política vaticana, las decisiones de los cardenales tienen más que ver con las disputas políticas internas que con el escenario político internacional.

La politóloga argentina María Esperanza Casullo escribió que “la realidad latinoamericana dista mucho de ser comparable con las postrimerías del régimen soviético”. Según su visión, hay factores que hacen muy profunda esa diferencia: la elección democrática de la mayoría de los gobiernos, el apoyo popular que tienen y, fundamentalmente, que no son abiertamente anticlericales (aunque muchos están enfrentados a la cúpula eclesiástica de sus respectivos países).

Hay una interpretación que parece mucho más cercana a la realidad que la propuesta desde un sector del kirchnerismo. El analista italiano Vittorio Messori sostuvo en un artículo publicado en el Corriere que la elección de Bergoglio tuvo un marcado componente geopolítico pero dominado no por el interés “imperialista” sino por una estrategia propia de la cúpula eclesiástica para mantener su influencia en la región.

“Lo que ocurre, de hecho, es que la Iglesia romana está a punto de perder al que consideraba ‘el continente de la esperanza’, el continente católico por excelencia en el imaginario común (…) América del Sur abandona el catolicismo a un ritmo de millones de hombres y mujeres por día. Hay cifras que atormentan a los episcopados de aquellas tierras: desde los inicios de la década de 1980 hasta la fecha, América latina ha perdido a casi un cuarto de sus fieles”, escribió Messori.

Fuente:MPT




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