OPINIÓN: EL EBRO, UN RÍO CATALÁN. ADOCTRINAMIENTO CON EL PATROCINIO DE TELEPIZZA

Capitán Kirk.

Según publica hoy el diario ABC el presidente de la región catalana Arturo Mas y su consejera de educación Irene Rigau se jactan de catalanizar a los alumnos de Cataluña.


 

Pero claro, si lo dice Mas, no pasa nada que si lo dice el ministro de Educación del gobierno central. Eso sí patrocinados por Telepizza. A ver si aprendemos...

 

En el periódico podemos leer lo que ya expuse en mi post anterior referente a la educación en Cataluña aunque más detallado.

 

 

Debería de aprender el gobierno de Rajoy a venderse como lo hace el catalán. ¿Se imaginan? Intervención del ministro de Educación y Cultura. Espacio patrocinado por McDonalds...

 

A ver si nos enteramos de una vez por todas de que a esta gentuza lo que le molesta es todo lo que lleve el nombre España en cualquier acto, escenario o representación. Prohibieron los toros, no porque sufrían los animales, sino por sus raíces españolas. Tanto es el ódio de esta gente hacia lo español que raya lo absurdo. Desde inventarse la historia, hasta querer ser un estado dentro de la unión europea.

 

Lo que no tiene en cuenta la población catalana es que si se independizan como quieren, no serían competitivos y en cuestión de meses estarían en quiebra. Antiguamente se decía que si Cataluña fuera libre los empresarios que  tienen fuera, en el extranjero, sus empresas las llevarían a Cataluña haciendo que esta, como nación, prosperase. Sin embargo hoy no es así. En un mundo globalizado donde todas las transacciones se realizan a través de Internet y para su rentabilidad se cuenta con el mercado internacional, trasladar una empresa a una región conflictiva y con un futuro pésimo es un aliciente que lo empresarios tienen en cuenta. Freixenet, cuando entró Montilla en la Generalidad, se marchó de Cataluña y se trasladó a Valencia como resultado de su política nacionalista.

 

Como esta, muchas otras también lo hicieron. Tal fue el caso de Samsung que estaba en un polígono de Palau de Plegamans (Barcelona) y dejó a 1.750 trabajadores en la calle cuando Jorge Pujol les obligaba a rotular e incluir en las instrucciones de usuario el catalán.

 

Pero lo que importa es que sí adoctrinan, sí amargan a los ciudadanos catalanes con su imposición lingüística. Y cuando algo se impone, no es espontáneo y natural. La gente acaba por rebelarse. Si no, al tiempo. En Cataluña, muy poca gente es independentista.

 

 

 

 

Como se puede ver, tienen muy bien aprendida la lección independentista, el espolio que realiza España a Cataluña. Estos niños no tienen un criterio propio, alguien se lo ha inculcado. Alguien les ha explicado que, según ellos, España sangra a Cataluña.

 

Un matíz, la cría del medio en la primera intervención, demuestra un sentido común mayor que los politicos. Sin embargo, se nota nerviosa y cortada cuando se proclama que ella quiere ser tanto española como catalana.

 

Lo curioso son las preguntas  ¿Conoces a Artur Mas? ¿Qué piensas de él? ¿y de Rajoy?

Son como las que se hacían hace mucho tiempo a nuestros padres, ¿sabes quién es Franco? ¿ Y qué piensas de él? ¿Y de José Antonio?...

 

 

Alguien a través de correo electrónico me comentó si es que yo odiaba a Cataluña. por mi insistencia en mis opiniones. Le contesté que nada más lejos de la realidad. Yo no odio a Cataluña. me molesta soberanamente que se manipule la historia y que nos expriman como a limones para sacarnos un dinero que desde 1980 se está fundiendo la casta política sin tenerlo. También me molesta que el gobierno central, sea quien sea, le haga la cama a los nacionalistas, vascos y catalanes. ¿Quieren irse? que se vayan, pero con su deuda y problemas. Pero que se vayan ya. Nosotros no necesitamos en absoluto a Cataluña ni a los vascos. Y que dejen de pedir dinero. Que están proclamando independencia por un lado y reclamando 5.000 millones porque no pueden pagar ni sus nóminas por otro.

Yo lo siento por aquellos que no son independentistas, pero cuando un partido lleva el tiempo que lleva gobernando y no se vota otra alternativa, es por voluntad propia y en democracia se acepta sin rechistar el deseo de la mayoría. Si no estás de acuerdo, votas a otro que te guste más.