La niña que reivindicó su derecho a estudiar, acallada a tiros por los talibanes
“En el mundo, las chicas van a la escuela libremente y no hay miedo pero en Swat cuando vas a la escuela tienes mucho miedo de los talibanes. Ellos nos matarán. Nos lanzarán ácido a la cara. Pueden hacer cualquier cosa”.
Estas palabras de una niña de trece años mientras acude a la escuela en una ciudad del este de Pakistán convertida casi en una heroína dieron a Adam B. Ellick, un periodista del New York Times, premios y reconocimiento internacional.
Su cámara muestra a una singular heroína anónima: Malala Yousufzai, que lucha por mantener su educación en una zona donde los talibanes han prohibido a las chicas ir a la escuela.
Para evitar su control se viste sin uniforme y acude sola, esconde sus libros y sus deberes para finalmente lograr entrar en una escuela privada donde el 70% de sus compañeras han dejado de acudir por miedo o por indicación de sus familias.
Sus testimonios empiezan en enero de 2009, cuando el control total de los talibanes empieza a sembrar el terror en el valle, antigua atracción turística por sus paisajes montañosos, y contiene algunos fragmentos sobrecogedores:
“En mi camino a la escuela he escuchado a un hombre diciendo‘Te mataré’. Aligeré el paso y un momento después miré si estaba detrás de mí pero para m ialivio estaba hablando por el móvil y debía estar amenazando a otro”, dice el 3 de enero.
“Dado que hoy es el último día de escuela decidimos jugar en el patio un poco más. Creo que la escuela estará abierta algún día pero dejo el edificio y lo miro como si nunca fuera a volver”, continúa el 14.
“La noche estuvo repleta del ruido de la artillería y me desperté en tres ocasiones. Pero dado que no hay colegio me desperté tarde, a las diez. Después, mi amiga vino a casa para hablar de los deberes. Hoy, 15 de enero es el último día antes de que el edicto talibán entre en efecto y mi amiga hablaba de los deberes como si nada fuese a ocurrir”, concluye al día siguiente.
La historia pudo tener un final feliz. En 2010 finalmente los talibanes fueron expulsados del Swat y Yousufzai volvió a su escuela, como ella misma se encargaba de contar contenta a la BBC.
“Ahora todo el mundo es libre de ir a la escuela y las chicas no tienen miedo de los talibanes o de nadie que pueda arruinar la vida en el Swat”, comentaba, convertida ya en una figura tras conocerse que ella era Gul Makai, la bloguera que atrajo la atención pública por su particular relato de la ofensiva en su ciudad.
Así, fue la primera chica paquistaní que fue nominada al Premio Internacional de la Infancia. Aunque no ganó, el gobierno de Islamabad que acordó un alto el fuego con los talibanes a comienzos de 2009 que permitió el cierre de las escuelas femeninas, decidió convertirla en icono y darle un premio nacional a finales del año pasado.
“Quiero usar el premio para el beneficio de todos lo niños que trabajan en sus casas y para los niños en las calles, a los que se les niega el derecho a la educación”, señalaba orgullosa tras hacerse una foto con el por aquel entonces primer ministro, Yusuf Raza Gilani.
Sin embargo, en Pakistán y con la constante amenaza de la insurgencia talibán es muy difícil conseguir un final feliz.
Desde que se conoció que ella era en efecto Gul Makai,Yousufzai y su familia han recibido amenazas de los talibanes.
Este 6 de octubre finalmente las amenazas se convirtieron en realidad: hombres armados le dispararon en su autobús escolar en la cabeza y el cuello, dejándola al borde de la muerte.
Los tiradores llegaron a su escuela y preguntaron por ella por su nombre, según los testigos. Luego la esperaron a la salida y la atacaron en el autobús.
El portavoz de los talibanes, Ehsanullah Ehsan, confesaba que el grupo estaba tras el ataque.
"Es pro-occidental, estaba hablando contra los talibanes y decía que el presidente Obama era su ídolo. Era joven pero estaba promoviendo la cultura occidental es las zonas pastunes", ha añadido, en referencia a la etnia a la que pertenecen los talibanes.
Según ha declarado Lal Noor, doctor en el hospital universitario Saidu Sharif, a Reuters, los médicos están haciendo todo lo posible para evitar una muerte que sería vista como una tragedia nacional, según ha confesado el actual primer ministro paquistaní, Raja Pervez Ashraf.
Irónicamente, la propia Malala explicaba al periodista delNew York Times que su gran sueño era seguir estudiando para convertirse en médico.
“Mi padre me dijo que tenía que ser política, pero no me gusta la política”, añadía.
Fuente: RTVE
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